viernes, 11 de octubre de 2013

Capitulo 13: Un nuevo amigo, bueno supongo.

Holitas tributos!!!!! Estoy muy contenta ¿por qué? no les debe interesar pero gané un concurso literario regional y la inspiración volvió con todo. así que preparense porque pueden venir algunos capitulos "especiales" eso es todo así que les dejo el capítulo 13
Solo pido que comenten porfavor ¿Siiii?
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bueno esta es una imagen apropiada para el final del capitulo y tenía que mostrarles este gif

Effie sale del lugar en cuanto termina su limonada y yo comienzo a charlar animadamente con Daniel, con unos cuantos besos de por medio. Poco a poco nuestra conversación se va tornando más seria hasta llegar al tema de los juegos.
— Daniel ¿Qué vas a hacer en cuanto nos suelten en la arena?
— Aún no lo sé chiquita, creo que lo voy a decidir en el momento.
— Solo no hagas nada arriesgado.
— Lo dice la señorita me importa un carajo quienes sean ustedes, voy a arrojar este muñeco vudú del presidente Snow al fuego.
— Primero que nada, yo no practico vudú y segundo sería sospechoso que los vigilantes me ataquen en la arena sin motivos y no pueden comentar lo que sucedió en las sesiones privadas. Así que no corro demasiado peligro, en cambio tú si llegas a correr a la cornucopia tendrás unos cuantos profesionales detrás de ti.
— Ahora que lo pienso esa es la mejor opción. Pero Lena, necesito hacerte una pregunta.
— ¿Qué pasa?
— Si algo me pasa en la arena, tú seguirás adelante ¿Cierto?
— Sinceramente no lo haría, creo que lo primero que haría sería colgarme de un árbol.
— Lena. No lo hagas, puedo asegurarte que voy a morir y lo que más me importa es que lo superes.
— No me pidas eso Daniel, yo te necesito.
— Suenas como Katniss— Dice con una pequeña sonrisa.
este es el primero conjunto del capitulo
— Creo que Panem me está afectando.
— No solo a ti.
— ¿A qué te refieres?
— Siento que de un momento a otro puedo perder todo lo que me importa, incluyéndote a ti. Ahora intento vivir cada segundo como si fuera el último, porque creo que ese momento está por llegar.
— No digas eso, te lo suplico.
— Es lo que siento chiquita.
— Pues te equivocas.
— ¿De verdad? ¿Acaso no te has dado cuenta de que algo dentro de ti te dice lo que va a pasar y luego se cumple desde que llegamos aquí? Eso me pasó antes de que te ofrecieras voluntaria y antes de que Cato te lastimara— Me doy cuenta de que sí, eso me ha pasado pero no puedo aceptar lo que él me dice.
— Pero eso no puede ser, no va a pasarte nada.
— Lena, por favor acéptalo. No quiero que sufras.
— ¡No! ¡Eso no va a pasar! ¡No puede pasar!— Me levanto del sillón en el que estábamos sentados y Daniel intenta abrazarme. Me aparto de él y salgo corriendo entre lágrimas hasta mi habitación.
Al llegar cierro la puerta con llave y me arrojo a la cama para llorar tranquila. Recuerdo una vez, cuando tenía diez años, que Mia acababa de enamorarse de Daniel y me pidió ayuda, se nota que eran mis únicos amigos. Entonces me volví completamente pesada, no dejaba de hablarle a Daniel de mi amiga. Cada vez que lo veía ella era el tema de conversación. Un día Daniel se aburrió y me trató muy mal. Llegué a mi casa e hice lo mismo que ahora. Recostarme y llorar, solo que entonces fue por algo mucho menos importante que ahora.
— ¡hey! ¡Baja ahora a ver las puntuaciones!— Escucho unos fuertes golpes en mi puerta acompañados de la voz de Haymitch. Pronto se harta y se va, me seco las lágrimas y logro formar una pequeña sonrisa.
— Hola Lena ¿Cómo estás? Bien Haymitch ¿y tú? Bien gracias, deberías ir a ver las puntuaciones— murmuro para mí misma y me dirijo a la sala.
Al llegar me apoyo en la pared del pasillo y observo a Daniel sentado en uno de los cómodos sillones, en otro se puede observar a Haymitch y a Effie sin cruzar mirada. Avanzo hasta llegar junto a Daniel y le doy un gran abrazo. De verdad lo necesito, él deposita un beso en mi frente y me mira apenado.
— Lo siento chiquita, no debí decir eso.
— No te preocupes, además podemos cambiar eso. Estamos en los juegos del hambre no en destino final ¿Cierto?
— Tienes razón ¿Al final viste la dos antes de venir?
La voz de Caesar interrumpe nuestra pequeña conversación. Observamos la pantalla y me doy cuenta de que está hablando un poco sobre cada tributo. Pronto pasa a las puntuaciones. Yo voy comparando con mi diario. Cada tributo que importa obtiene la puntuación del libro. Cierro mi cuaderno cuando escucho el siete de Rue y me concentro en Daniel. Obtiene un cinco.
— ¿Un cinco? Pensé que me iban a dar un cero.
— ¿Por quedarte sin hacer nada?
— Si.
— Al menos demostraste determinación y carácter.
Caesar habla un poco sobre mi y da mi puntuación, claro que después de una teatral pausa. Obtuve un doce. Abro los ojos como platos y trato de encontrar una buena explicación. La encuentro enseguida. Los vigilantes saben cuánto me odia Cato y el haberlo superado hace que tenga dos opciones, o ser su primera víctima o que mi muerte sea la más dolorosa de los juegos. Claro que solo si Cato logra matarme y no es al revés.
— Muy bien ¡Me dirán ahora que hicieron en las sesiones privadas!
— ¿Otra vez?— Bufo lanzando una mirada al cielo, igual de teatral que la pausa de Caesar— Empieza tú Daniel. Lo que hiciste es más corto de explicar.
— ¿Más corto? Es una sola palabra, nada, no hice nada.
— Estas loco, chico—Le dice Haymitch— ¿Y tu… Malena?— Como haya estado a punto de decirme preciosa practico esgrima con él.
Doy un suspiro y le explico a mentor y acompañante mi pequeña actuación en las sesiones privadas. Omito toda la parte de Plutarch Heavensbee. Cuando termino de contar mi anécdota Effie está al borde de un ataque de nervios y Haymitch no dice ni una palabra. Él sabe el peligro que estoy corriendo, no por los juegos sino por lo que pasará después si es que gano y sé que a pesar de ser una chica de distrito para Effie, me he ganado algo de su afecto por la manera en que me trata. Como si fuera una tía o una amiga.
— Vale basta de negatividad. Hay que ver el lado positivo, aún nos queda vida, a pesar de que tal vez sean un par de días. No nos fue tan mal y hasta ahora he tenido una muy agradable y perfecta sorpresa— lo último lo digo mirando a Daniel, él besa mi frente.
— Yo también tuve la mejor sorpresa de mi vida.
— ¿Alguno quiere explicarme que está pasando?
— Oh, lo siento Haymitch— Me tapo la boca con una mano intentando parecer inocente— No sabía que tardas tanto en darte cuenta de algo obvio.
— Buena actuación como chica inocente, Malena, podrías intenta algo así en las entrevistas.
— Yo hago lo que se me da la gana, gracias.
— Al menos eres buena actriz, no creo que te tardes mucho conmigo mañana.
— Que bien, mientras menos tiempo esté contigo mejor.
— Y yo opine que tienes unos modales casi impecables, no creo que nos tardemos más de diez minutos— Comenta Effie.
— Entonces empecemos ahora, mientras antes mejore mi modales tendrás más tiempo para trabajar con Daniel.
— ¿Aquí yo no tengo voz? ¿Qué pasa si quiero estar contigo todo el día?
— Ya tendremos tiempo para estar juntos en la arena, prefiero dejar todo listo hoy.
— Está bien chiquita, yo me voy a dormir.
Daniel se levanta, me da un abrazo de oso y sale de la habitación arrastrando los pies y frotándose los ojos. Me inclino hacia adelante para hablar con mentor y acompañante.
— ¿Con que empezamos?
— Primero trabaja con Effie.
— Claro— Me dirijo a ella— ¿Qué debería mejorar?
— Más que mejorar quiero saber si te manejas al momento de sonreír.
— Esta bien ¿Cómo?
— Solo tenemos que charlar y sabré si las sonrisas perfectas  te salen naturalmente.
Effie habla un poco sobre su vida, me cuenta algunas anécdotas y luego me hace algunas preguntas sobre mis gustos, mis amigos, mi relación con Daniel. Al terminar me felicita, dice que todo está en orden y se va a dormir. Me quedo con Haymitch en un ambiente cargado de tensión.
— Solo dime cual quieres que sea mi enfoque, yo sabré si tomo en cuenta tu consejo o no.
— ¿Sabes qué? Quiero escuchar que tenías planeado hacer.
— Pensaba dar la impresión de una chica inocente pero lista para los juegos y a la que es mejor no subestimar.
— Sabes perfectamente que es lo que debes hacer pero ¿Cómo?
— Por qué sé cómo funcionan los juegos y lo que quiero lograr cuando terminen.
— ¿Crees que vas a ganar?
— Claro que sí, y no solo yo.
— ¿A qué te refieres?
— ¿Ahora te interesa?
Le dedico una sonrisa falsa a mi mentor y me voy hasta mi habitación.
Al día siguiente despierto completamente relajada, me doy una ducha, me pongo una blusa azul con pequeños cuadrados blancos y unos  shorts un poco más oscuros que el color que predomina en la blusa. Me calzo unas zapatillas blancas y me voy a desayunar. Al llegar al comedor me doy cuenta de que soy la última en levantarse.
— Buenos días ¿Qué hay que hacer hoy?
— Hoy tienes el día libre Malena. Nosotros vamos a perfeccionar la personalidad y especialmente los modales de Daniel.
— Gracias, Effie— Me acerco a Daniel y beso su mejilla—. Suerte, la vas a necesitar.
— Ya lo sé. No tienes que recordármelo.
Camino hasta el elevador donde presiono el botón para ir a la recepción. Al llegar unos agentes de la paz intentan hacer que vuelva a mi piso. Les doy un par de excusas y me dejan quedarme. Olvidé mencionar que la recepción tiene dos grandes ventanales que dan a la calle. Me quedo un buen rato observando la calle que está en frente del centro de entrenamiento. Al compararla con las otras calles del Capitolio esta parece muy normal. La única diferencia a mi ciudad de antes de venir a Panem son los conjuntos extravagantes que se exponen en el escaparate de una tienda. Paso un buen tiempo memorizando la calle hasta que el sonido de la puerta principal al abrirse y cerrarse me sobresalta. No me preocupo de la persona que entra hasta que noto como se sienta a mi lado, entonces me giro para toparme con un hombre, aunque también podría decirse que es un chico, bastante guapo. Enseguida pienso en que se lo podría presentar a Mia, le extiendo la mano y él me la estrecha.
— Hola soy Malena, aunque puedes decirme Lena. Claro que en tanto no seas del Capitolio.
— Tranquila, no soy del Capitolio. Mi nombre es Finnick…Odair.
Hasta aquí llegaste Mia, no voy a separar a Finnick y Annie.
— ¿Acaso olvidaste tu propio apellido?
— Algunas veces estoy demasiado ocupado pensando en otras cosas, o en personas.
— Por cierto ¿Cómo está Annie?— Finnick abre los ojos como platos.
— ¿Qué Annie?
— A mi no me engañas, yo lo sé todo Odair.
— No tengo la menor idea de quién me hablas.
— Claro y yo soy una de esas perritas falderas del Capitolio. Hable de Annie Cresta. La única chica a la que amas.
— Calla— Finnick tapa mi boca con sus dos manos—. No quiero que le hagan daño.
— Pensé que ya lo habían hecho.
— Aún no. Hasta ahora no tienen motivos. No es una vencedora muy deseada, tampoco una amenaza para Snow y hasta ahora no podían lastimar a nadie con ella.
— Lo siento. No debí hablar de ella.
— Ya está hecho. Además no creo que sepas de lo que te estoy hablando. Aún no has ganado los juegos, aunque parece que pronto lo harás.
— ¿Qué no sé? Sé perfectamente que el presidente Snow vende tu cuerpo, como hace con otros vencedores. Y eso es desde que cumpliste los dieciséis.
— ¿Cómo lo sabes?
— ¿Qué parte de “Yo lo sé todo, Odair” no entiendes?
— Entiendo pero no sé como lo sabes.
— Me creerías loca.
— Imposible.
— ¿Quieres apostar?
— ¿Si pierdo tengo que conseguirte patrocinadores?
— Deja de hablar de los juegos o te ahorco.
Finnick estalla en carcajadas y yo no tardo en unirme. Cuando conseguimos calmarnos hablamos de cosas sin importancia, más que nada hacemos bromas. Cuando ya no nos queda mucho de lo que hablar empiezo a charlar con él como si fuera mi mentor. Me da varios consejos sobre los juegos y termino hablándole de mis habilidades.
— Apuesto que soy más rápida degollando muñecos con la espada que tú con tridentes.
— ¿Eso es un desafío Rivas?
— Puedes apostarlo.
— Entonces acepto el reto, ven.— Me toma del brazo y me lleva hasta el elevador. Bajamos hasta el gimnasio y Finnick tira de mí hasta que salgo. Termino sentándome en el piso, en medio de un berrinche.
— No necesito que me guíes, Odair. Puedo caminar perfectamente solita.
— ¿Segura? ¿No necesitas ser cargada como la bebé que eres?
— Para mí te convertiste en tributo.
Finnick no comprende enseguida por lo que me da tiempo de sacar una espada y de pasar la hoja por delante de su nariz, de modo que estoy a punto de hacerle un corte. El vencedor retrocede, intentando huir de mí, hasta que llega al puesto de tridentes. En cuanto tiene uno en la mano intenta atacarme pero lo esquivo rápidamente ¿En serio este es el Finnick Odair del libro? Sigo atacando y él intenta bloquear mis estocadas  con su tridente.
— ¿Es enserio, Odair? Me imaginé que manejarías mejor esa cosa.
— Pues se nota que eres experta con las espadas.
Consigo desarmarlo y sujeto mi espada apuntando a su corazón, se me escapa una sonrisa victoriosa y lo miro con alegría. Le doy un pequeño toque sin llegar a herirlo.
— Touché.
— ¿De dónde sacaste eso?
— Si te digo me vas a creer loca.
— Ya te dije que no.
— Te escuché pero me niego a darte el beneficio de la duda.
— ¿Por qué no?
— Porque se me da la regada gana.
— Vas a terminar diciéndome.
— Buena suerte con eso.
Finnick me observa con una sonrisa que no augura nada bueno. Inútilmente retrocedo unos pasos, al parecer los papeles de hace un rato se están invirtiendo. Me alejo del puesto de tridentes y llego hasta el de espadas. No tengo tiempo a empuñar una cuando me encuentro sobre los hombros de Odair. Me retuerzo y golpeo suavemente su espalda.
— ¡Bájame ahora mismo Finnick!
— ¿Y si no quiero?
— Idiota—Bufo y empiezo a patalear.
— No te vas a escapar ¿Qué parte de vencedor no entiendes?
— Lo que no entiendo es que a ese “vencedor” que se maneja a la perfección con el tridente lo vena una chica de distrito con una espada.
— No fue un combate justo, estaba en desventaja.
— La vida no es justa. En especial para nosotros.
— En eso tienes razón.
— Claro que la tengo ¡Ahora bájame de una vez!
Sigo pataleando y gritando hasta que Finnick se aburre y decide bajarme, no sin antes alejarme del puesto de espadas. Lo miro y empiezo a cantar la frasecita “tienes miedo” Odair me empieza a perseguir y yo salgo corriendo, Finnick intenta atraparme y yo lo esquivo con unos cuantos pasos de Capoeira. Supongo que nunca mencioné que me fascina. En un momento no veo ni rastro del vencedor así que me relajo por unos momentos, lo que es un error de mi parte porque enseguida Odair me tiene inmovilizada en el piso.
— Tienes razón, la vida no es justa.
— Ya lo entendí ¿Podrías quitarte de encima?
— Que gruñona.
— Digamos que recordar todo el tiempo los juegos y el poder del Capitolio no es muy divertido.
— En eso tienes razón— Finnick sigue sin quitarse de encima de mí— ¿Qué te parece si
el 2° conjunto
te llevo a pasear y te olvidas de los juegos por un rato?
— Olvidas que no puedo salir.
— Yo me encargo de que no tengas problemas.
— Si es así estoy de acuerdo. Siempre y cuando de quites por favor. Me estas aplastando, recuerda que soy chiquita.
Odair me dedica una sonrisa divertida y se levanta. Yo no bromaba, de verdad me estaba aplastando. Me acompaña hasta mi planta donde me cambio el conjunto cómodo por una falda blanca. Una camiseta con el estampado de una ciudad y una palabra en ingles que no me molesto en leer. Acompaño esto con una especie de chaquetita azul con mangas que me llegan por debajo de los codos. Al finalizar me cazo unos delicados zapatitos del mismo color de la falda. Hago todo eso sin encontrarme con Haymitch, Effie o Daniel. Por último bajamos y después de que Finnick habla con los agentes de la paz me permiten salir con la condición de estar a más tardar a las diez en el centro de entrenamiento.
— Ahora que eres libre por una tarde ¿Qué te gustaría hacer?

1 comentario:

  1. Oh! Hace mucho que no leía un capítulo tuyo.
    Puedo decir que me hiciste sonreír y suspirar con las pláticas de Daniel y Lena o con las de Finnick y ella.
    El capítulo es tan alkhdfasjhfjh!
    Fue un placer leerlo :D
    PD: Felicidades por ganar el concurso
    Besos y saludos :)

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